PRONUNCIAMIENTO PÚBLICO Campaña Nacional “EL MAIZ ES MI RAIZ”

Los abajo firmantes, representantes de pequeños productores y millones de consumidores de Bolivia, expresamos nuestra preocupación por la política de gobierno que desde hace varios años atrás va favoreciendo abiertamente al agronegocio –sobre todo de la soya TRANSGENICA-, con “paquetes tecnológicos” que significan una paulatina desaparición de nuestros cultivos ancestrales, una expulsión permanente de campesinos e indígenas de sus comunidades, una deforestación alarmante y por ende un atentado a la salud nacional, debido al uso de agroquímicos prohibidos en muchos países del planeta.

Después de la soya transgénica -que desde el año 2005 va ocupando casi la mitad de los territorios cultivables del país- hoy por hoy pretenden ilegalmente hacer lo mismo con el MAIZ, uno de los cultivos más importantes para la alimentación en el mundo. (ver anexo 1)
Aquí damos a conocer una DENUNCIA de cultivos de Maíz Transgénico en la región del Chaco Boliviano, el ingreso de Material Genéticamente Modificado, el Uso Desmesurado de Agroquímicos en el territorio nacional y finalmente los Caminos a tomar para acabar con estas Prácticas Ilegales que ponen en peligro la Seguridad y Soberanía alimentaria y la Salud de la Población Boliviana.


¡MAIZ TRANSGENICO! Así lo está pidiendo a gritos el agronegocio- la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo, ANAPO, la Cámara Agropecuaria de Oriente, CAO, el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), la Asociación de Proveedores de Insumos Agrícolas (APIA), la Asociación Nacional de Proveedores de Insumos, Bienes y Servicios Agrícolas y Pecuarios (APRISA) y otras empresas, en concordancia con las transnacionales como Monsanto-Bayer.

Es decir, exigen la aprobación de semilla transgénica acompañada de agroquímicos, como es el conocido GLIFOSATO, que la misma Organización Mundial de la Salud-OMS ha declarado como “probablemente cancerígeno”. (ver anexo 2), mientras 665 estudios muestran las enfermedades que causa el glifosato. (ver anexo 3) 

Pero, aunque estos señores no lograron imponer su deseo en la Cumbre Agropecuaria de 2015, debido a sonadas protestas de productores y consumidores independientes (ver anexos 4 y anexo 5), en la práctica han permitido la importación y el cultivo de maíz transgénico en el Chaco y probablemente en otras regiones del país, poniendo en riesgo las 77 variedades nativas (razas) de maíz (ver anexo 6) con que cuenta Bolivia. Ya se habla de más de 30.000 hectáreas de cultivos de maíz transgénico en el país.

De esta manera se estaría contaminando las semillas nativas del maíz al sembrar transgénicos, corriendo el riesgo de destruir este recurso fitogenético, patrimonio de todos los bolivianos. 

Nuestros riquísimos platos de maíz serán contaminados con pesticidas cancerígenos y mutaciones genéticas con efectos nocivos para nuestra salud.


Son múltiples los platos en base a MAIZ:




Lawa de Choclo, las Arepas cruceñas, el Locro, la Patasca, las Tortillas de maíz, el Chuspillo, la Harina de Maíz, las Humintas, el Choclito y el Mote, que acompañan una cantidad de exquisitos platos nacionales; además del Api de maíz morado, la Chicha de Maíz, el Somó … y tantos otros usos que damos al maíz en la cocina boliviana (ver anexo 7)


El maíz transgénico pretende reemplazar las 77 variedades nativas (razas) de maíz que conocemos en Bolivia por especies que tienen contaminantes tóxicos y cancerígenas, sin sabor, sin todos los nutrientes y sin la riqueza de los colores. Con el maíz transgénico se perdería todo aquello.




¿Iríamos por el mismo camino que la soya transgénica? 


Veremos más de cerca lo que pasó después de más de 11 años de cultivo de soya transgénica:
La soya transgénica significó el incremento de 400% en el uso de agroquímicos, al ser uno de los cultivos más importantes en el país (más de la tercera parte de los 3,5 millones de hectáreas que se siembra hoy por hoy en Bolivia está cultivada con soya transgénica).




Es decir que con el ingreso de la soya transgénica -a partir del año 2005- la importación de agroquímicos ha crecido de 25 a 134 millones litros, sin contar con el 30% que ingresa de contrabando. (datos de Probioma y CEDIB en base a informes del Instituto Nacional de Estadísticas-INE).

¿Dónde está entonces su aporte al medio ambiente y a la disminución en el uso de agroquímicos, que tanto pregonan los dueños del agronegocio? 

- Además, por priorizar la producción de transgénicos, Bolivia está importando más de 150 alimentos que antes producía y que en el año 2016 ha supuesto un gasto de cerca de 700 millones de dólares, que refleja un franco deterioro de la seguridad y soberanía alimentaria. (ver anexo 8)

Pese a estos datos y pese a más de 10 Leyes y Decretos (ver anexo 9), que establecen claramente la “prohibición de la importación, producción y comercialización de organismos genéticamente modificados y elementos tóxicos que dañen la salud y el medio ambiente” (Constitución Política del Estado, Art 255), los últimos años se ha detectado en varias zonas de Bolivia la existencia de maíz transgénico Bt al que llaman familiarmente “Betito”, lo que significa una abierta violación a la leyes nacionales. 

Y esta situación se ve agravada más aún cuando los agroindustriales –bajo el pretexto de la sequía- lograron que el gobierno el 2 de agosto del 2016 dicte el Decreto Supremo 2860 que permitió la importación de 400 mil toneladas de maíz (“maíz transgénico proveniente de Argentina”, según declaraban  el ministro de Desarrollo Rural y Tierras, Cesar Cocarico  y el mismo presidente de la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO), Julio Rodas (escuchen en anexo 10 y anexo 11)


Este maíz no solo fue para dar de comer a los pollos, como quisieron hacer creer a pequeños productores y a consumidores, sino que se obtuvo información de entregas a precio rebajado y donaciones en diferentes zonas del país. 

Para comprobar esta situación por demás irregular, la organización SOS MAIZ BOLIVIA (integrante de la Plataforma BLT) organizó una expedición compuesta por agrónomos, sociólogos, economistas y comunicadores, que se desplazó el 17 de marzo hasta la localidad de Charagua, al sur del departamento de Santa Cruz, donde detectó – mediante pruebas de laboratorio- la presencia de maíz transgénico (el llamado RR - Round Up Ready) que es resistente al glifosato. (ver anexo 12: video y anexo 13 documento de Informe Técnico)


En las fotos observamos los integrantes de la expedición SOS MAIZ BOLIVIA tomando muestras del cultivo de maíz en el campo 20 de la Colonia Menonita Pinondi. Se utilizó un kit de campo Reveal CP4 de la empresa Neogen Corporation para la detección de maíz transgénico que consiste en un ensayo inmunocromatográfico de flujo lateral que detecta entre otros el maíz NK603. 

El resultado fue positivo para maíz transgénico Round Up Ready (RR) (de Monsanto) resistente al glifosato. Todo el proceso fue fotografiado, filmado en video y el lugar identificado con coordenadas GPS, las cuáles resultan ser: UTM 20K 0498332 7806693 a 540 msnm.


La alerta había sido dada en el mismo mes de marzo cuando en un laboratorio de Santa Cruz se había constatado la presencia de maíz transgénico en varias muestras recogidas en los mercados de Charagua, Villamontes y Yacuiba. 


Y nosotros -los pequeños productores y consumidores- qué poco nos informan sobre este tema de los transgénicos y los agrotóxicos que les acompañan: 




Ø Es mejor que no sepamos. 

Ø Es mejor que creamos sus discursos que hablan bonito de esas “semillas genéticamente mejoradas” (no hablan de “semillas genéticamente modificadas”) y sus “grandes ventajas”.  

Ø Quieren que les creamos, cuando dicen que “con los transgénicos aumenta la producción” (hasta el periódico New York Times recientemente publicó un artículo sobre las “falsas promesas de los cultivos transgénicos”. (ver anexo 14

Ø Es mejor que no sepamos que el negocio es redondo para los agroexportadores, mientras dejan migajas para el país (un impuesto mínimo sobre sus millonarios ingresos). 

Y para todo aquello contratan “expertos”, que les hacen estudios, que difunden sus discursos en los medios de comunicación (ver anexo 15). Y mientras nos manipulan, el gobierno mantiene un silencio cómplice, o se expresa abiertamente a favor de los agroindustriales. “¿Qué más quieren?”, les dice. (ver anexo 16



Así, sin escrúpulos, los agroindustriales solicitan apoyo para los “4 pilares” de SU “desarrollo”: 


1. Liberación de exportaciones 

2. Mayor seguridad jurídica 

3. Más préstamos ventajosos (como es el escandaloso préstamo de 150 millones de dólares proveniente del Fondo de Pensiones de los trabajadores) 

4. El acceso al uso de semillas genéticamente “mejoradas”.



Así nuestra Bolivia, en que se habla bonito de la “Madre Tierra”, mientras se la golpea por todos lados. 
Así nuestra Bolivia, que es uno de los países con mayor biodiversidad en el mundo y que ahora corre el riesgo de perder esa gran riqueza que está en las especies nativas. 
Así nuestra Bolivia, donde resulta casi imposible poder debatir los “Mitos y Realidades” en torno a los transgénicos (ver anexo 17), mientras en el Norte, en Estados Unidos y en Europa sobre todo, se ha demostrado cada vez con mayor claridad cuáles son las “falsas promesas” de los cultivos transgénicos y cómo las luchas en la calle han logrado en la Unión Europea cuestionar y frenar la autorización del uso del glifosato y de los transgénicos. (ver anexo 18) 

Frente a esta situación la Plataforma Bolivia Libre de Transgénicos –BLT- inició en varias fechas Campañas a nivel nacional, solicitando la “Prohibición y control de GLIFOSATO”, exclamando “No quiero glifosato en mi plato” (ver anexo 19), haciendo ver las “Violaciones legales que se comete al importar productos transgénicos y semillas transgénicas”. 

Ante estas campañas, cadenas de cartas, charlas, sólo hubo silencio o respuestas evasivas de parte de algún personal estatal no competente o avergonzado de tener que encubrir las políticas públicas a favor de los agroindustriales. Todo está documentado y lo difundimos, pero el aparato publicitario del gobierno pudo más, aparte de mantener en silencio a sus organizaciones campesinas aliadas. 

Frente a esta situación por demás preocupante, estamos seguros que nuestra Campaña Nacional “El MAIZ es mi RAIZ” tendrá su efecto y se multiplicarán las voces de miles y miles de pequeños productores y de consumidores para denunciar esta situación a nivel nacional e internacional, para exigir respuesta del por qué no se están realizando los controles pertinentes tanto para prohibir el ingreso, introducción, producción, uso, liberación al medio y comercialización de semillas genéticamente modificadas, así como el uso indiscriminado de agrotóxicos.

¿Qué hacen las autoridades de los ministerios correspondientes al Desarrollo Rural, Salud y Medio Ambiente? ¿Qué hacen las directivas de INIAF, de SENASEG y del INRA? 

Al respecto les mandamos una carta con preguntas 

Desde la sociedad civil y con el respaldo técnico de Comités Científicos de Ciudadanos a favor de la Biodiversidad que se van armando estos días a lo largo y ancho del país, estamos llamados a defender “El MAIZ es mi RAIZ” y los derechos de la Madre Tierra, de los consumidores, los recursos genéticos y del pequeño productor, por encima del interés empresarial (agronegocio) que está poniendo en riesgo de contaminación la riqueza genética con la que contamos y poniendo en juego la salud y la seguridad y soberanía alimentaria de todos los bolivianos. 

SOLICITAMOS a las autoridades: 

-  Respetar la Constitución, Normas, Leyes y Decretos relacionados a la biodiversidad. 
-  Defender los recursos genéticos patrimonio de todos los bolivianos/as, restringiendo la importación de alimentos 
- Procesar a las autoridades irresponsables de la violación de las normativas actualmente vigentes. 
- Detener la importación ilegal de semillas de maíz transgénico y el cultivo de las mismas en territorio boliviano. 
- Impulsar cambios transformadores en nuestros sistemas alimentarios, agrícolas y comerciales con el fin de resguardar la biodiversidad, prohibiendo los cultivos genéticamente modificados, disminuyendo paulatinamente los agrotóxicos y apoyando a los agricultores agroecológicos que trabajan a menor escala en función de sistemas alimentarios locales fuertes y sustentables. 

Firmamos: 


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