Más de dos tercios de los países de la UE han optado por prohibir los cultivos transgénicos; las acciones de Monsanto han caído un 25%, aumentando sus pérdidas y ha recortado su plantilla en un 12%.
Por las Dras. Eva Sirinathsinghji y Mae-Wan Ho, 14 de
octubre de 2015
Se extiende por toda Europa la prohibición de los cultivos transgénicos
La mayoría de los países miembros de la UE ( los dos
tercios) han decidido prohibir el cultivo de los alimentos modificados
genéticamente después de que entrase en vigor la nueva legislación aprobada la
pasada primavera, que permite que cada uno de los Estados miembro pudiese a
título individual restringir el cultivo de los transgénicos en su territorio.
Después de la fecha límite del 3 de octubre de 2015, el
portavoz de la Comisión Europea Enrico Brivio ha comunicado que 19 de los 28
miembros de la UE han optado por la cláusula de exclusión [1]: Austria, la
región Valona de Bélgica ( lo que supone más de la mitad del territorio de
Bélgica); Gran Bretaña ( Escocia, Gales e Irlanda del Norte), Bulgaria,
Croacia, Chipre, Dinamarca, Francia, Alemania, Grecia, Hungría, Italia,
Letonia, Lituania, Luxemburgo, Malta, Países Bajos, Polonia y Eslovenia.
Alemania tiene una opción de exclusión parcial, pero todavía permite la
investigación de los cultivos transgénicos sin un uso comercial. En total,
todos estos países representan aproximadamente el 70% de la población de la UE
y más de los dos tercios de sus tierras de cultivo.
Serbia y Rusia, que no son miembros de la UE, también han
dado muestras de rechazar esta tecnología. Serbia sólo permite la
comercialización de soja no transgénica [2-4]. Suiza, que tampoco es país
miembro de la UE, ha establecido una moratoria contra los cultivos transgénicos,
que está vigente actualmente.
Otras propuestas de exclusión similares se están
considerando sobre las importaciones de alimentos transgénicos y piensos para
la alimentación animal, pero aún no se han ultimado.
Preocupaciones por su seguridad, conflictos de interés,
corrupción en su aprobación y ausencia de demanda
Escocia fue el primero en considerar la cláusula de exclusión,
cuando el Secretario de Medio Ambiente, Richard Lochhead, dijo que tenían la
intención de asumir el principio de precaución, que establece que cuando exista
una razonable sospecha de daño, de ausencia de certeza científica o de
consenso, no debe retrasarse la acción preventiva, añadiendo [5]: “No hay
evidencias de una importante demanda de productos transgénicos por parte de los
consumidores escoceses y nos preocupa que al permitirse el cultivo de los
transgénicos se pudiera dañar nuestra imagen limpia y verde, poniendo en
entredicho la producción por un valor de 14.000 millones de libras en el sector
de alimentos y bebidas. El Gobierno escocés muestra su preocupación por los
efectos a largo plazo de los cultivos transgénicos, preocupaciones que son compartidas
por otros países y los consumidores europeos, algo que no debe descartarse a la
ligera… Creo firmemente que la política de Escocia respecto a los transgénicos
debe guiarse por aquello que es mejor para nuestra alimentación y para nuestro
propio sector agrícola, por encima de otras prioridades”.
Grupos de presión del Reino Unido a favor de los
transgénicos, como Sense about Science, redactó una carta firmada por varias
organizaciones, entre ellas algunas Universidades, afirmando que Escocia estaba
perdiendo el tren de las innovaciones, tales como la harina de pescado
enriquecida con transgénicos o las patatas transgénicas [6], a pesar de que
Escocia tiene algunos de los ríos salmoneros más renombrados y gran diversidad
de fauna fluvial. Han olvidado completamente la falta de consenso científico
sobre la seguridad de los cultivos transgénicos. Los riesgos de estos cultivos
fueron resumidos en el artículo publicado por ISIS en respuesta a la carta de
Sense about Sicence [7] (Carta abierta en apoyo de la prohibición de loscultivos transgénicos en Escocia, SiS 68), junto con otra carta abierta que
también apoyaba la decisión de Escocia, firmada por decenas de científicos
independientes, refiriéndose a los conflictos de interés generalizados en las
aprobaciones de los cultivos transgénicos, resaltando que los cultivos
transgénicos han propiciado un aumento en el uso de pesticidas y escasa mejora
de los rendimientos, así como problemas de seguridad para la salud y el medio
ambiente [8]. La normativa es muy permisiva, en el mejor de los casos: los
cultivos transgénicos no se prueban con los pesticidas asociados, como es el
caso de los cultivos tolerantes al glifosato [9]. Y en el peor de los casos,
existe corrupción, como las evaluaciones de riesgo que se dejan
fundamentalmente en manos de la Industria Química ( ver [10] Escándalo en lareevaluación del glifosato en Europa, SiS 63). Recientemente 300 científicos
firmaron una carta señalando las evidencias de daño en la salud y el medio
ambiente, publicada en una revista revisada por pares ( ver [11] Loscientíficos declaran de que no existe consenso sobre la seguridad de lostransgénicos, SiS 60) y [12] Prohibir los transgénicos ahora ( Informe especial
de ISIS). Prevenir la contaminación de los cultivos no transgénicos también es
un asunto importante.
Las preocupaciones de Alemania se manifestaron en su
solicitud, firmada por el Dr. Robert Kloos, Ministro de Alimentación y
Agricultura[13]: “El cultivo del maíz modificado genéticamente es incompatible
con el uso habitual de las tierras agrícolas de Alemania. Tendría efectos
negativos en el cultivo del maíz convencional y el ecológico. Aumentaría el
riesgo de que los productos agrícolas nacionales, incluyendo las semillas de
maíz convencionales y ecológicas, pudieran contaminarse con ingredientes del
maíz modificado genéticamente… Esta demanda también debe tener en cuenta la
biodiversidad local, las características del paisaje y el funcionamiento de
ecosistemas específicos…”.
Estas prohibiciones son una de las consecuencias de la
clasificación del glifosato como “probablemente carcinógeno para los humanos”
por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en marzo de 2015 [14]
(Consecuencias de la clasificación del glifosato como probablemente carcinógenopor la OMS, SiS 67). Se han intensificado en todo el mundo las campañas para
prohibir o eliminar de forma gradual el uso de este producto químico, y se han
presentado demandas contra Monsanto por falsas afirmaciones de seguridad. Esto
va a afectar a las ventas del producto estrella de Monsanto.
Las acciones de Monsanto siguen cayendo desde 2014, pero ahora la situación empeora
Las acciones de los gigantes de la agricultura
biotecnológica, como Monsanto, han estado descendiendo desde 2014, cuando
China, el mayor importador mundial de semillas y productos transgénicos,
comenzó a rechazar los pedidos de maíz debido a que estaban contaminados con
transgénicos no aprobados. Al mismo tiempo, la creciente popularidad de los no
transgénicos y los alimentos ecológicos, y el aumento de los problemas con las
plantas resistentes al glifosato y las plagas resistentes a los cultivos Bt,
han llevado a un número cada vez mayor de agricultores estadounidenses a volver
a los cultivos no transgénicos o a la producción ecológica. La consideración
del glifosato por parte de la OMS puede ser la gota que colme el vaso “ver [15]
Poner fin a los transgénicos ahora, SiS 66).
En enero de 2015, Monsanto anunciaba que sus ganancias
habían caído un 34% en el primer trimestre fiscal; una pérdida adicional del
15% fue anunciado para el segundo trimestre fiscal en abril de 2015.
El Vicepresidente de Monsanto vendió 27.580 acciones de
Monsanto, algo más del 40% de sus valores en cartera.
El pasado 7 de octubre, Monsanto anunciaba que recortaría su
plantilla en 2600 puestos de trabajo ( el 12%) para reestructurar y ahorrar
costes en los próximos 18-24 meses [16]. Se espera que en la fase inicial
ahorre de 275 a 300 millones de libras a finales del año fiscal 2017, con un
coste total de aproximadamente 858-900 millones de dólares. Se están
desarrollando planes adicionales para ahorra una cantidad adicional de 100
millones de dólares. En el cuarto trimestre, Monsanto anunció unas pérdidas de
495 millones de dólares, en comparación con unas pérdidas de 156 millones de
dólares en el primer trimestre del año anterior.
Para aumentar sus problemas, las acciones de Monsanto han
caído un 25% desde la primavera de 2015 [17], mientras que los precios de
mercado del maíz y la soja han caído por debajo de los costes de producción
[18]. Los intentos de la compra de la empresa rival gigante de los pesticidas,
Syngenta, se desplomó en agosto [19]. Su futuro no parece muy brillante. “No
hay duda de que 2016 será un año muy duro para esta Industria”, dijo el
Director financiero Pierre Courduroux en una reciente intervención ante los
inversores [20]. Monsanto pronostica unas ganancias por acción para el nuevo
año fiscal de 5,10 a 5,60 dólares, muy por debajo de las previsiones de los
analistas, que las cifraban en 6,19 dólares. Además, se anunció un programa de
recompra de acciones por valor de 3000 millones de dólares. Tom Philpott de
Mother Jones lo explica así [17]: “La recompra de acciones es una forma de ingeniería
financiera ( a diferencia de la genética) que impulsa de forma mágica los
beneficios por acción de una empresa (algo seguido muy de cerca por los
inversores), simplemente quitando acciones del mercado”.
Philpott también resumen la situación [17]: “Las inversiones
en investigación y desarrollo en el sector agroquímico y biotecnológico no
están dando sus frutos, no hay nuevos productos de éxito, así que las pocas
empresas que quedan en este campo ( son seis) se van a comer unas a otras”.
FUENTE: Biodiversidad en America Latina y El Caribe (www.biodiversidadla.org)
Por las Dras. Eva Sirinathsinghji y Mae-Wan Ho, 14 de octubre de 2015
FUENTE: Biodiversidad en America Latina y El Caribe (www.biodiversidadla.org)
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