Miguel Ángel Crespo, director de Productividad Biósfera y Medio Ambiente, explicó que el fertilizante químico no es sostenible para el cultivo ni el productor.
Página Siete / La Paz
Con motivo de la celebración del Día Mundial de la Alimentación, que se conmemora cada 16 de octubre, académicos e investigadores de cinco países participan de una serie de seminarios, foros, simposios y talleres orientados a debatir y analizar la producción de alimentos y las diversas formas de agricultura en la región.
En la víspera, el auditorio de la Facultad de Tecnología de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) fue el escenario donde se debatió el modelo actual de producción alimentaria, un encuentro del que fue parte Miguel Ángel Crespo, director de la institución Productividad Biósfera y Medio Ambiente (Probioma), quien expuso el tema "Contexto global y nacional de los agronegocios”.
En conversación con Página Siete, el académico se refirió al futuro de la úrea en la industria agrícola. En ese contexto, mencionó que la soya es el producto con mayor producción en Bolivia, pero que la úrea no es utilizada para este tipo de cultivos.
"La úrea no va a tener la incidencia que se está anunciando. Si se usa, se usaría entre 50 y 150 kilos por hectárea, que nos parece que es demasiado, pero es lo que supuestamente usaría un productor”, aseguró Crespo.
En ese sentido, el director de Probioma señaló que los mercados cada vez tienen mayor preferencia por los productos orgánicos, en desmedro de aquellos que fueron producidos a partir de la modificación genética.
"La úrea, al ser un fertilizante químico, va generando un nivel de dependencia en los suelos. Si bien al inicio le aporta los nutrientes que requiere, a los cinco años ese suelo requiere mayores cantidades de ese producto, lo que hace que no sea sostenible para el productor. Es decir, genera una especie de vicio en el suelo e incrementa los costos”.
En opinión de Crespo, "la úrea no es una buena opción para el país. Más bien, se debería mirar hacia una producción más sostenible y responsable e ir incorporando microorganismos como micorrizos, risodio y tricodermas, que ahora son más empleados en el mundo, como biorremediadores, fertilizadores del suelo y fortalecedores de los procesos de germinación de cultivos y protectores de la semilla”.
Hasta el año pasado, el 91% de la superficie cultivada de transgénicos se concentraba en cinco países: Estados Unidos, Canadá, India, Brasil y Argentina. La cantidad de países que utilizan la tecnología alimentaria transgénica bajó de 28 naciones en 2015, a 26 en la gestión pasada, lo que muestra que el futuro está en la biotecnología, con la producción de microorganismos que ayudan a la fertilidad de los suelos y los cultivos.
"Ahora el mundo está comenzando a mirar hacia los microorganismos, hacia el control biológico microbiano, usar los microorganismos para el desarrollo de los cultivos y mejoramiento de los suelos. Los productores exigen cada vez más este tipo de productos”, manifestó Miguel Ángel Crespo.
La Planta de Amoniaco y Úrea, desde hace un mes
El 14 de septiembre, el presidente Evo Morales inauguró la Planta de Amoniaco y Úrea de Bulo Bulo, que demandó 953 millones de dólares, la inversión más grande en la historia del país.
De las 600 mil toneladas de fertilizante que se producirán cada año en la planta petroquímica, el 15% abastecerá al mercado interno y el resto irá a parar a Brasil, aunque se sabe que Perú, Paraguay y Argentina tienen interés por la úrea boliviana.
Los académicos que se reúnen por estos días para tratar la producción de alimentos, sus impactos y alternativas, compartieron los resultados de investigaciones relativas a las consecuencias en la salud por la utilización de los transgénicos y agrotóxicos en los alimentos.
En ese sentido, la Organización de Naciones Unidas (ONU), en su pronunciamiento del Derecho a la Alimentación, expresa que busca "eliminar el uso de pesticidas”, "apartarse de los sistemas alimentarios industriales dependientes de los agrotóxicos” y "tomar distancia de la agricultura industrial”, en la que se emplean fertilizantes químicos como la úrea, entre otros.
"Con la úrea y la frontera agrícola estamos agudizando la dependencia hacia las empresas transnacionales y deteriorando la base de lo que es la soberanía alimentaria”, opinó Crespo.
Mínima producción
Soya "Bolivia no va a competir con productores de soya a nivel global, produce 0,5 por ciento de la soya del mundo y el uno por ciento de la soya del Mercosur”, indicó Miguel Ángel Crespo.
Planificación Para el director de Probioma, "el Estado debería ser un planificador con los productores, sobre qué es lo que se debería sembrar”.
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