Tiempo atrás, Argentina era conocida mundialmente como el “Granero del Mundo” debido a que sus inmensamente amplias y fértiles tierras podían producir alimentos para la población de muchos países.
Actualmente el país sudamericano continúa a la vanguardia en la producción de “alimentos”, pero con un añadido que inquieta a varios sectores: ocupa el tercer lugar en los países con mayor porcentaje de áreas cultivadas con transgénicos, superando los 24 millones de hectáreas (en 2014).
Argentina, pionera en este campo, desde el año 1996 cultiva semillas transgénicas y cada vez se amplía más la frontera agrícola, principalmente para el cultivo de soja genéticamente modificada resistente a los herbicidas como el glifosato, conocido comúnmente por su marca comercial “Roundup”, un producto de la compañía Monsanto.
Es de conocimiento público que una semilla transgénica, como la soja, que también produce Monsanto y que se siembra en grandes cantidades en Argentina, es un desarrollo biológicos que forma parte de un paquete inseparable del herbicida al que está asociada, por eso es que a más cantidad de soja, mayor cantidad de herbicida.
Habiendo pasado ya 20 años desde que comenzara su producción, cada vez son más los efectos nocivos de estos productos que van saliendo a la luz.
¿Qué son los transgénicos? ¿Por qué existen? ¿Quién los produce?
Para entender un poco más el contexto en el que estamos involucrados, nunca está de más repasar algunos puntos que nos llevan a pensar que los ciudadanos comunes no tenemos nada para ganar bajo este esquema productivo sino, por el contrario, queda mucho por perder si no tomamos conciencia.
¿Qué es un producto transgénico?
Se dice transgénico a todo ser vivo modificado genéticamente de forma artificial, insertándole genes de otras especies, a fin de otorgarle alguna característica que no posee en el mundo natural. Por ejemplo, puede tomarse un gen de una bacteria e insertarla en el maíz, a fin de producir un “maíz insecticida”, que permite darle resistencia a los herbicidas.
Esta técnica permite a los biotecnólogos saltarse la selección natural al intercambiar genes entre especies e incluso reinos que naturalmente no podrían cruzarse.
¿Por qué se producen alimentos transgénicos?
Según sus defensores, esta tecnología tiene como fin aumentar el rendimiento de cultivos, ayudar a resolver el problema del hambre y mejorar la rentabilidad. Sin embargo, hay estudios que demuestran que los transgénicos no rinden más que los cultivos naturales y a su vez tampoco se utilizan principalmente como alimentos sino que se exportan a otros países para engordar ganado o elaborar biocombustibles. Además, introducen contaminantes al medio ambiente y nuevos riesgos para el hombre, los cuales se siguen sumando.
El interés y razón de ser de cualquier compañía es obtener ganancias, considerando el lugar donde esta se desempeña, la sociedad y el medio ambiente. Sin embargo, estas corporaciones obtienen ingresos por las patentes sobre los transgénicos y a la vez ejercen un control sobre el sistema agro-alimentario mundial para controlar el insumo fundamental: las semillas.
¿Quién produce los alimentos transgénicos?
Monsanto, quién produce el 91% de las semillas transgénicas sembradas en el mundo.
5 compañías trasnacionales de la agro-biotecnología controlan el mercado mundial: Dupont, Syngenta, Bayer, Dow y, en particular, Monsanto, quién produce el 91% de las semillas transgénicas sembradas en el mundo.
Con el desarrollo de estos organismos, y al controlar el mercado de semillas, está produciéndose algo nunca antes visto en la historia de la humanidad: se alteran, controlan y comercializan los granos básicos que alimentan a la humanidad: maíz, soja, canola, algodón, sorgo, arroz y trigo. En este momento en Argentina se cultiva maíz, soja y algodón transgénico y en octubre de 2015 se aprobó el cultivo y la venta de los dos primeros transgénicos elaborados íntegramenteen el país: la soja resistente a la sequía y una papa resistente al virus PVY, una enfermedad que afecta a los tubérculos, convirtiéndose en la primera papa transgénica en el país para consumo humano directo.
Transgénicos y cáncer: el experimento de las 200 ratas
En Septiembre de 2012, científicos de la Universidad de Caen (Francia), bajo la coordinación del Profesor Gilles-Eric Seralini, publicaron el estudio Food and Chemical Toxicology, que arrojó resultados alarmantes sobre la relación entre los transgénicos y el cáncer.
Los científicos alimentaron durante dos años a doscientas ratas de tres maneras distintas: únicamente con maíz transgénico NK603, con maíz transgénico NK603 tratado con Roundup (el herbicida más utilizado del mundo) y con maíz no modificado genéticamente tratado con Roundup. El resultado: en los dos primeros casos, la tasa de mortalidad fue mayor, además de que dichas ratas padecieron de afectaciones como necrosis, congestiones hepáticas y diversas clases de tumores palpables.
Los efectos en las ratas se hicieron notar después de un año en los animales, equivalente a 40 años en el ser humano.
Pese a que estos cultivos vienen realizándose desde 1996, este fue el primer estudio en el mundo que intentó de forma concreta verificar el daño potencial que la ingesta de productos transgénicos podría ocasionara las personas.
La investigación fue rebatida de inmediato por la multinacional Monsanto, al indicar que el estudio no cumplió con los estándares mínimos aceptables para ese tipo de investigación científica, que sus hallazgos no están respaldados por los datos presentados y que las conclusiones no son relevantes a los fines de la evaluación de seguridad.
El tribunal cordobés dictó un fallo -en el año 2012- que puede considerarse histórico. La corte prohibió el uso de agroquímicos en un perímetro de 1.000 metros de las áreas residenciales de la provincia de Córdoba.
A partir de allí se hicieron numerosos estudios en el mundo donde se evidenciaron resultados similares, incluso en Argentina se efectuaron investigaciones -en las zonas más afectadas por el modelo agropecuario en base a transgénicos- arrojando más luz sobre el tema a nivel local.
En dichas localidades, más del 30% de la población declaró haber tenido familiares enfermos de cáncer en los últimos 10 años.
El tribunal cordobés dictó un fallo -en el año 2012- que puede considerarse histórico. La corte prohibió el uso de agroquímicos en un perímetro de 1.000 metros de las áreas residenciales de la provincia de Córdoba. El caso fue presentado por un grupo de madres del barrio Ituzaingó, quienes advirtieron un creciente aumento en el número de casos de cáncer y malformaciones congénitas en su comunidad.
Asimismo el tribunal condenó a 3 años de prisión en suspenso a 2 de los acusados por afectar la salud del barrio Ituzaingó al usar indebidamente endosulfán y glifosato.
Agroecología: Retornando a lo natural
El feedlot o “engorde a corral” surgió ante la necesidad de intensificar la producción. El mismo consiste en encerrar los animales en corrales donde reciben el alimento en comederos, con el fin de aprovechar las tierras para cultivos más “rentables”, como la soja.
Antes de que el ganado fuera desplazado a estos feedlot, como se encuentran generalmente ahora, los animales vivían en los campos y pastaban de allí, lo que era lo más natural y saludable para el suelo. Las vacas -mediante sus heces- abonaban la tierra y le brindaban mayor fertilidad, redundando en mejores rendimientos.
A su vez, la agrupación y rotación de cultivos eran técnicas no invasivas que utilizaban los agricultores para potenciarlos y no existían los fuertes químicos que tanto dañan y contaminan el medio ambiente y la salud de las personas.
Estas técnicas tradicionales se presentan actualmente como un modelo productivo natural, denominado agroecología, en el cual -mediante procesos biológicos-se puede contrarrestar el abuso de agrotóxicos.
Estas técnicas tradicionales se presentan actualmente como un modelo productivo natural, denominado agroecología, en el cual -mediante procesos biotecnológicos-se puede contrarrestar el abuso de agrotóxicos.
Paulatinamente, los especialistas están recomendando la agroecología para recuperar la salud de sus suelos, aunque aún falta mucho por recorrer en este campo, quizás porque hay demasiados intereses involucrados y a veces no resulta tan fácil ganarse un lugar en el mercado.
A pesar de que los defensores de los transgénicos argumentan que estos fueron pensados para producir más, paradójicamente hoy el mundo sufre por falta de comida como nunca antes en la historia.
A pesar de que los defensores de los transgénicos argumentan que estos fueron pensados para producir más, paradójicamente hoy el mundo sufre por falta de comida como nunca antes en la historia. El hombre no tiene que inventar algo novedoso y con mucha tecnología para mejorar los rindes y revertir el deterioro del medio ambiente, sino que por el contrario, solo tiene que volver a las antiguas tradiciones y cultivar sin agroquímicos ni transgénicos, a la “antigua escuela”, de manera natural.
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