En las últimas semanas los medios de comunicación han difundido la posición del sector del agronegocio en Bolivia que, ante las pérdidas de los cultivos de soya y maíz por el ataque de plagas, como es el caso del cogollero (Spodoptera frugiperda), ha montado un show mediático con el propósito de presionar al gobierno para que se apruebe la introducción del maíz transgénico (Bt) y un nuevo evento de soya transgénica.
Cabe aclarar que el ataque de plagas se produce porque no se han tomado medidas preventivas de control y/o porque los efectos del cambio climático, como es el caso de la sequía o escasez de lluvias, hacen que las mismas se incrementen. Esto es lo que ha ocurrido en los predios en los que el ataque de dicha plaga se presentó a la opinión pública.
Es bien sabido que cualquier medida de control y de mejora del rendimiento, depende de la calidad del manejo del cultivo, los suelos, del clima y de la semilla. En el caso de las semillas transgénicas, estas han sido diseñadas solo para ser tolerantes a determinados herbicidas y/o producir su propio insecticida. El más claro ejemplo es la soya que, a 12 años de haberse introducido la semilla de soya transgénica, los rendimientos se mantienen en los mismos niveles que la semilla convencional, lo que sí se ha incrementado es el uso de herbicidas e insecticidas en un 400%.
Por todo lo anterior, no se justifica la introducción de transgénicos en Bolivia, para resolver la crisis del agronegocio que se ha agudizado por la aplicación de su propio modelo que es insostenible y depredador del medio ambiente.
Por lo tanto, el argumento de que para frenar el ataque del gusano cogollero en el cultivo de maíz es preciso introducir el maíz transgénico, es una falacia porque si se aprueba no resolverá el problema del ataque de este insecto. Por otra parte se vuelve evidente el riesgo de contaminación de las diversas variedades y razas de maíz que existen en Bolivia y que son la base de la dieta alimentaria de las y los bolivianos.
Nuestro país es considerado centro de origen secundario de maíz, porque tenemos la mayor cantidad de razas del mundo. Bolivia tiene 77 razas identificadas, le sigue México con 69 , después Perú con 66 y Argentina con 47.
Dichas razas nativas están distribuidas en todo el país, desde las tierras altas hasta las tierras bajas de la Chiquitanía, Chaco y Amazonía. Por esta razón es que la introducción del maíz transgénico contaminará irreversiblemente todas nuestras variedades de maíz, atentando aún más contra la seguridad y soberanía alimentaria de los bolivianos.
El argumento de los sectores de la agroindustria que toma como base informes sesgados de la OMS y la FAO, no tiene consistencia científica porque dichas organizaciones no han mencionado que los transgénicos no causen impactos sociales y ambientales. En este sentido, la representación de la FAO en Bolivia deberá aclarar su posición al respecto.
El informe científico de la entidad NAS (National Academy of Sciences) de la que se tomaron los argumentos para que el gobierno boliviano considere la legalización de la introducción del maíz transgénico, establece una posición distinta a quienes promueven los transgénicos en Bolivia. Dicho informe describe que las técnicas usadas en ingeniería genética han dado espacio a cambios inesperados en el genoma en niveles mucho más altos que con las técnicas de cultivos clásicos o convencionales.
Sin embargo el maíz transgénico, llamado “betito” ha sido introducido ilegalmente al país y se estima que existen al menos 40.000 hectáreas sembradas en el Chaco y en el norte integrado del departamento de Santa Cruz. Esta es una vieja estrategia ya empleada antes para la introducción de la soya transgénica. Es decir, inundar los campos con transgénicos para después presionar al gobierno para su legalización ante los hechos consumados.
El gobierno en el día del Medio Ambienta nos ha regalado el reglamento del Decreto Supremo 2452 sobre el etiquetado de alimentos transgénicos, que no va modificar en nada los actuales cultivos de estos en el país, por el contrario los agronegocios lo están utilizando para presionar la legalización de más cultivos transgénicos, con el argumento que los consumidores están informados, por lo tanto que ellos decidan libremente en el mercado. En la cumbre agropecuaria del 2015 se revivió el etiquetado que ya estaba contemplado en la Ley de La Revolución Productiva Comunitaria y Productiva del año 2011(artículo 15, numeral 3) que nunca se aplicó.
Ahora con el rimbombante termino de Organismo Genéticamente Modificado quieren enterrar el termino de transgénicos que se usa ampliamente y es conocido por los consumidores, asimismo la etiqueta se cambió de rojo al amarillo porque ofendía a los agronegocios. En este sentido el etiquetado se convierte en el caballo de troya de los agronegocios y del gobierno para avanzar en la legalización de más cultivos transgénicos en el país.
Por lo mencionado, hacemos un llamado, a las organizaciones de la sociedad civil, consumidores y agricultores a pronunciarse y movilizarse al respecto, ya que este nuevo atentado a la seguridad y soberanía alimentaria bajo argumentos falsos, no debe ser permitido y el gobierno debe establecer una posición clara de no permitir el ingreso de transgénicos a Bolivia y sancionar a todos los que han introducido y sembrado ilegalmente maíz transgénico, en el marco de lo establecido por la CPE, la Ley de la Revolución Productiva, la Ley de la Madre Tierra, etc.
Santa Cruz, 07 de Junio del 2016
POR LA PLATAFORMA AGROECOLOGICA DEL TROPICO Y CHACO
PROBIOMA Antonio Sanjinez
CIPCA – Santa Cruz Isabel Mamani
CODAPMA Alejandra Crespo
Consumidores Rodrigo Lampasona
INCADE Adriana Montero
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