Lorenzo Soliz Tito - 26 de abril de 2015
El gran ganador de la Cumbre Sembrando Bolivia es sin duda el sector agroindustrial ya que su demanda fue atendida en su integridad.
En contrario a lo que establece la ley actualmente, se aceptó cambiar la periodicidad del control de la Función Económica Social (FES) de 2 a 5 años.
Justo en el día de la Madre Tierra —el 22 de abril— concluyó la Cumbre productiva llevada a cabo durante dos días en la ciudad de Santa Cruz, con más dudas que certezas, con un largo listado de demandas planteadas y pocos consensos; con la atención a la agenda del sector agroindustrial y algunas metas que aseguran el desbosque y la ampliación de la frontera, de al menos 2,5 millones de hectáreas al corto plazo, tanto para la ganadería como para la agricultura.
Ha sido una verdadera lástima que después de tanto esfuerzo e inversión de recursos a finales del 2013 el Instituto Nacional de Estadística (INE) no haya acompañado el debate en esta cumbre con información actual sobre la situación agropecuaria en el país, para establecer proyecciones hacia el año 2020.
Imaginarios y falsos debates en la cumbre.
En la cita se colocaron varios temas que se constituyen en falsos debates y se reforzaron algunos imaginarios; uno de ellos es el referido a la tecnología. No cabe duda que un componente para mejorar la productividad es el uso de la tecnología, y el país necesita de ambos; pero de ello no se sigue que el único camino para la mejora de la productividad sea el uso de las semillas transgénicas, como se insistió antes y durante la Cumbre.
También se dejó en la mesa de discusión la posibilidad de una coexistencia entre la producción agropecuaria basada en los transgénicos y a cargo de los grandes productores en el oriente, y la producción agroecológica a cargo de pequeños productores de occidente, desconociendo a los pequeños y medianos productores, a los campesinos e indígenas y a las comunidades interculturales, que también son productores y productoras en la región oriental del país, desde la Amazonía hasta el Chaco. Una gran parte de ellos trabaja y produce en una perspectiva y modelo productivo alternativo con gestión territorial y manejo de bosques y de otros recursos naturales. Esta forma de gestión muchas veces está en tensión y conflicto con la producción industrial que, sumada a la extranjerización de la tierra, presiona sobre esos territorios y recursos naturales y comunidades. Aspectos estos que se no se consideraron en la Cumbre.
Pese a que no se cuenta con datos del censo agropecuario, la información disponible da cuenta claramente que la producción agrícola no industrial aporta con más del 4% al Producto Interno Bruto (PIB) nacional, y está mayormente en manos de los pequeños productores campesinos indígenas; mientras que los productos industriales, predominantemente a cargo de los grandes productores, no llegan siquiera el 2% de aporte al PIB en los últimos cinco años. Una realidad que se visibiliza escasamente.
Ganancia neta del sector agroindustrial.
El gran ganador de esta Cumbre es sin duda el sector agroindustrial ya que su demanda fue atendida en su integridad. En contrario a lo que establece la ley actualmente, se aceptó cambiar la periodicidad del control de la Función Económica Social (FES) de 2 a 5 años, aunque para ello tuvieron que utilizar un viejo ardid: subir la cantidad para disimular una gran concesión, de 10 a 5 años. Es probable que algún ingenuo haya creído en la concesión.
Imaginamos que no son muchos los que consideran que la demanda de libertad de exportación era una demanda auténtica. Es tan obvio que si el propósito es incentivar la producción para la exportación de alimentos, nadie en su sano juicio pensaría en restringir la exportación.
La demanda de mejora o construcción de la infraestructura es algo que ya se viene atendiendo.
Transgenicos
El tratamiento y la conclusión de la Cumbre con relación a su demanda de usar semillas transgénicas y su paquete tecnológico conexo, prácticamente echan por la borda lo establecido en la Constitución y otras leyes que lo prohibían y allana el camino para su uso. Ése es el logro más significativo, invalidar toda la normativa previa sobre el tema, incluso la Constitución Política del Estado. Así, pareciera que no sirven de mucho la elaboración de normas y leyes, que tanto le cuesta al país.
Demandas de otros sectores.
Consideramos que los otros sectores de alguna manera han logrado abrir un espacio de participación ya que inicialmente no estaban invitados. Asimismo, colocaron sus propias propuestas, con planteamientos orientados a duplicar la producción y productividad en varios rubros agropecuarios, que por ahora se constituyen en un largo listado de demandas.
Asumiendo que estos sectores también pueden ser realmente considerados por el Estado como relevantes en la producción de alimentos, tanto para consumo interno como para la exportación, se requeriría que dichas demandas y propuestas se constituyan en base de un nuevo plan de desarrollo económico productivo del país en esta materia. Esperamos que dichos productores tengan la fuerza suficiente para sostener y reivindicar sus propuestas en esta perspectiva.
Necesario y posible incremento del aporte al PIB.
El presidente Evo Morales ha planteado el reto de triplicar el aporte de la agropecuaria al PIB nacional, consideramos que esto no solo es necesario sino posible, y se puede lograr gradualmente en los próximos diez años, a condición que se preste apoyo y respaldo a todos los sectores productivos, en la medida de su aporte actual al PIB.
En el caso de los diversos sectores de pequeños productores y comunidades indígena originario campesinas, es necesario pasar del listado de demandas a un plan de desarrollo y que, sin utilizar semillas transgénicas, sin duda pueden mejorar la productividad con riego, redistribución de tierras fiscales a quienes no tienen tierra o la tienen en cantidad insuficiente, innovación tecnológica y uso de tecnología apropiada, cualificación de los recursos humanos, asistencia técnica, entre otras medidas.
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