La multinacional del agronegocios intentó nuevamente avanzar en la construcción de su planta de semillas transgénicas. Está frenada desde hace tres años por el rechazo de la población y la movilización de asambleas socioambientales, organizaciones sociales y activistas.
La mayor compañía de transgénicos del mundo nunca imaginó que Malvinas Argentinas, la pequeña localidad del centro geográfico de Argentina, sería el lugar de uno de sus mayores traspiés. Allí anunció la construcción de su megaplanta de maíz, pero nunca pudo concretarla. Movilizaciones de rechazo, irregularidades en el estudio de impacto ambiental, un acampe en el portón de ingreso y un fallo judicial frenaron la obra hace más de tres años. La última estocada: la multinacional intentó volver a ingresar al predio, pero asambleas socioambientales reforzaron el bloqueo a la planta y una fiscal frenó el desalojo.
El viernes hubo marchas simultáneas en ciudades de Argentina. La consigna se repite: “Fuera Monsanto de Latinoamérica”.