No sólo arde el Bosque Seco
Chiquitano o el Ñembi Guasu. Arde el
planeta. Hace unos meses ardía Siberia (4.5
millones de hectáreas quemadas), las islas Canarias y Málaga en España, la sabana
africana, el Ártico, y Groenlandia. Y el
pulmón del mundo, la Amazonía, sigue en llamas.
El derretimiento de los polos y
la consiguiente liberación de gas metano, las sequías, las inundaciones cada
vez más frecuentes, el ascenso paulatino de las temperaturas (calentamiento
Global), no es producto ni de la ira de
Dios ni de la venganza de la naturaleza. Son la consecuencia de un régimen
económico y social guiado por los intereses y la angurria de una clase social
minoritaria: el capitalismo y es la burguesía.